La fuerza de la Amistad

Una vaca marina, un dugongo, encuentra una perla especial y la trae hacia la tierra de noche. Por medio de la luz que desprende el dugongo se apacenta de jacintos y lirios. El excremento del dugongo es la preciosa ambar gris, ya que come tal belleza. Cualquiera que se alimenta de majestuosidad se vuelve elocuente. La abeja, de inspiración mística, llena sus cuartos de miel. Así también el dugongo se apacenta de noche en el resplandor de la perla. Después, viene un mercante y riega loam negro encima de la perla, luego se esconde detrás de un árbol para observar. El dugongo surge de la pradera como un toro ciego. Veinte veces se lanza hacia la nada, pasando el montículo en donde yace la perla. Así como Satanás no podía ver el centro espiritual dentro de Adán. Dios dice, Desciende, y una perla enorme de Adén se entierra bajo la tierra. El mercante lo sabe, Pero el dugongo no. Cada pila de barro con una perla adentro adora estar cerca de otra pila de barro con una perla, pero esos sin perlas, no pueden ni siquiera soportar estar cerca de la compañía oculta. Recuerdas el ratón en la ribera? Hay unos enlaces de amor estirándose hacia el agua deseando a la rana. De repente, un cuervo agarra al ratón y se aleja volando. La rana también, desde el fondo de la ribera, con un pie enredado por un hilo invisible, los sigue, suspendida por el aire. Caras sorprendidas preguntan, " Y cuando bajo el cuervo por debajo de el agua y agarro a la rana?" La rana contesta, Esta es la fuerza de la amistad. La cual atrae a juntos a los amigos no se conforma con las leyes de la naturaleza. La forma no sabe de cercanía espiritual. Si un grano de cebada se acerca a un grano de trigo, una hormiga lo debe de estar acarreando. Una hormiga negra encima de fieltro negro. No lo podrías ver, pero si el grano se acerca hacia el otro, ahí esta. Una mano cambia nuestras jaulas de aquí para allá. Algunas son traídas mas cerca. Algunas se alejan. No trates de razonar acerca de eso. Se conciente de quien te aleja y quien no. El arcángel Gabriel estaba ahí, siempre con Jesús, levantándolo por encima de esa tumba azul obscura, de el mundo que es como un presidio-nocturno, al igual que el cuervo de los anhelos acarrea el cuerpo de la rana volando.